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Timidez en adolescentes

“No seas duro con él. Es sólo un adolescente”. ¿Cuántas veces has escuchado a un padre decir esa frase para explicar los cambios de humor de un hijo? No es ningún secreto que los adolescentes son propensos a tener cambios de humor y a veces les gusta estar solos. Sin embargo, según un estudio publicado este lunes por la Academia Americana de Pediatría, los sentimientos de algunos adolescentes se extienden más allá de la timidez humana normal y hacia un desorden psiquiátrico debilitante: la fobia social.

Los autores del estudio analizaron una encuesta aplicada cara a cara a más de 10,000 adolescentes de entre 13 y 18 años. Encontraron que aproximadamente uno de cada 10 de aquéllos que se identificaron como tímidos también cumplían con los criterios de fobia social.

La Asociación Americana de Psicología define la timidez como “la tendencia a sentirse incómodo, preocupado o tenso durante los encuentros sociales, sobre todo con personas desconocidas”.

“Significa ser callado, introspectivo, introvertido, y a veces autoaislado”, dice el psicólogo clínico Jeff Gardere, del Touro College of Osteopathic Medicine de Nueva York.

“Pero una persona tímida todavía puede ser atraída por otros y, si es necesario, puede interactuar socialmente, aunque le resulte incómodo. Muchos de nuestros niños superan su timidez y son mucho más interactivos socialmente a medida que hacen amigos, se asocian con grupos de compañeros, y maduran en la vida”.

La fobia social, por el contrario, es mucho más problemática. Según el estudio, en comparación con los adolescentes que fueron caracterizados como tímidos, “los adolescentes afectados con fobia social mostraban un impedimento significativamente mayor en sus roles y tenían más probabilidades de experimentar una gran variedad de trastornos psiquiátricos, incluyendo desórdenes de ansiedad, de estado de ánimo, comportamiento, y uso de sustancias”.

“La fobia social es una condición psiquiátrica real”, añade Gardere, “sobre todo cuando interfiere con el funcionamiento social, laboral y académico de nuestros hijos. Es una condición con la que puede ser intensamente difícil vivir, y puede ser agobiante respecto a las situaciones sociales y al miedo intenso a relacionarse con los demás”.

A los adolescentes se les pidió que calificaran su timidez frente a las personas de su misma edad que no conocían muy bien en una escala de cuatro puntos. Por razones de simplicidad, las calificaciones más altas (3 y 4) y las calificaciones más bajas (1 y 2) se combinaron para delinear con mayor facilidad quién era tímido y quién no.

Del 46.7% de los encuestados considerados tímidos, sólo el 12.4% cumplió con los criterios de “fobia social generalizada”, según la clasificación del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Entre aquellos que no se definieron a sí mismos como tímidos, sólo el 5.2% cumplía los criterios de fobia social.

La timidez era más común entre hombres que en mujeres, pero el género no tuvo incidencia significativa en la prevalencia de la fobia social. Aunque la timidez era más frecuente entre los encuestados más jóvenes, la omnipresencia de la fobia social incrementó con la edad.

“Aunque los adolescentes con fobia social mostraron niveles significativamente más altos de impedimentos que los adolescentes con timidez, no tenían más probabilidades de obtener un tratamiento profesional”, concluye el estudio. “Casi el 80% de los adolescentes con fobia social no buscaron ni obtuvieron tratamiento profesional para la ansiedad”.

El factor cultural

Cada desorden mental tiene una característica biológica y una ambiental. “Los desórdenes aparecen y desaparecen con base en las presiones culturales”, dice Wendy Walsh, una doctora en psicología y copresentadora de The Doctors. “Hoy en día, tenemos mayores tasas de depresión posparto debido a las presiones sobre las madres para trabajar y ser criaturas sexuales poco después del parto”.

Después de todo, un médico (en Estados Unidos) está limitado por el tipo de seguro que las compañías cubren. “La terapia de conversación a largo plazo, que podría abordar mejor los problemas con el entorno, es mucho más cara que una pastilla”, dice Walsh. “Así que recibimos una píldora y lidiamos sólo con la biología”.

“Mientras tanto”, dice Gardere, “todos tenemos que calmarnos y conservar la perspectiva. Ser tímido está absolutamente bien. De hecho, puede ser una cualidad entrañable y atractiva. La realidad es que no todo el mundo tiene que ser el alma de la fiesta. ¿Quién sabe? Si viéramos un aumento de estos, podríamos empezar a diagnosticarlos como maníacos o con trastorno bipolar, y convertirlos en nuevos candidatos a medicación”.

Fuente: CNN.