Portal sobre el trastorno de la personalidad por evitación

Mujer pensativa

 

El ámbito familiar es donde las personas de estilo evitador se sienten más cómodas e ins­piradas. A pesar de que huyen de la celebridad pueden obtener gran reconocimiento por su creatividad, ya que son personas que, en ambientes íntimos y tranquilos, desarrollan una gran imaginación, de la que obtienen, además, junto con sus propios sentimientos y fantasías, la libertad. Oldham y Morris (1995) proponen una serie de características típicas de este estilo de personalidad:

  • Prefieren lo conocido, habitual y rutinario a lo desconocido y son reticentes a establecer nuevos vínculos.
  • Cuando no conocen a una persona se esconden bajo una máscara de amabilidad, cortesía y distancia emocional.
  • Tienen pocos amigos y se sienten muy unidos a la familia con la que establecen vínculos profundos y duraderos. La confianza en sí mismos aumenta en relaciones sólidas, duraderas y familiares.
  • Manifiestan una preocupación excesiva por lo que piensen los demás sobre ellos. Necesitan la aprobación de los otros para sentirse bien consigo mismos.
  • Comportamiento social educado y comedido.
  • Comportamiento discreto, no emiten juicios infundados sobre los demás.
  • Presentan grandes ansias por el saber.
  • Invierten grandes energías en explorar el terreno de la fantasía, la imaginación y la creación.
  • Algunos sujetos pueden desarrollar estrategias de afrontamiento contrafóbicas, llevando a cabo comportamientos que son los que precisamente temen.

Son cautelosos en situaciones novedosas, evitan la ambigüedad y prefieren conocer bien las expectativas del otro, mostrándose cautos con aquellos que no conocen. Como son muy reservados pocas veces profundizan en las relaciones, provocando la frustración de la otra persona por no desarrollar un verdadero sentido de la intimidad. Su gran imaginación es expresada frecuentemente a través del arte y la literatura, mediante los que recrea su gran fantasía. Se sienten tímidos ante la presencia de mucha gente y aunque quieran relacionarse su miedo al rechazo les hace evitar situaciones sociales con mucha gente desconocida. Sin embargo, crean vínculos fuertes con la familia y con algunos amigos con los que se muestran fieles, sacrificados y cariñosos. En el plano sentimental, cuando consiguen una pareja, es común que sea para toda la vida. Se llevan bien con personas que estén pendientes de la familia y que le faciliten el intercambio social y, por el contrario, no hacen buena pareja con personas que prescinden de los demás, como es el caso de los individuos esquizoides. Una combinación equilibrada sería la formada entre ellos y una persona con rasgos obsesivo-compulsivos (perfeccionistas) e histriónicos o bien con un narcisista con rasgos obsesivo-compulsivos, pero siempre que no sobresalgan demasiado las características de uno de esos tipos en detrimento de los otros. Por ejemplo, si la otra persona es demasiado perfeccionista, puede hacer que el evitador se sienta torpe en las relaciones sociales, si es demasiado narcisista no tolerará los límites que el evitador tiene y si es demasiado histriónica tenderá en exceso a lo social poniendo en tensión al evitador. A un compañero excesivamente dependiente le falta iniciativa cuando el evitador necesita a alguien en el que apoyarse. La combinación de un evitador con un compañero pasivo-agresivo o con un autodestructivo puede dar buenos resultados al ser personas que crean estrechos vínculos familiares. Los sujetos con tendencias evitadoras o paranoides pueden acentuar el malestar del otro en el campo social en vez de simplificar la vida en esa área. Con las personas que el evitador es probable que se lleve peor son con las de tipo antisocial, ya que éstas buscan correr riesgos y explorar. El esquizotípico puede aumentar las tensiones sociales del evitador, ya que sus excentricidades en su conducta o vestimenta pueden avergonzar al evitador.

Cómo relacionarse con un tipo evitador

Según Olham y Morris (1995) para que la relación con un sujeto con este estilo de personalidad sea más satisfactoria son útiles algunos comportamientos. Valore la dedicación que estas personas otorgan a la amistad y a la familia y siéntase afortunado si en su vida hay un tipo sensible, pues la fidelidad y el cariño que les caracteriza hace que la compañía de estos sujetos resulte muy agradable. En algunas ocasiones, puede que los sensibles se comporten como si fueran otra persona, sobre todo si están en presencia de extraños. De ser así, acéptelo tal y como es, pues ese comportamiento reservado no afectara a aquellos a los que considera personas de confianza, sino que más bien se debe a la presencia de extraños, así que no le insista para que se comporte de forma extravertida, pues estos sujetos se van a resistir a hacer determinadas cosas. En estos casos, lo importante es saber llegar a acuerdos. El tipo sensible estará encantado de agradar a la otra persona siempre y cuando vea que ésta también cede. Hablar de los temas que preocupan a estos sujetos es algo beneficioso no sólo para ellos sino también para quienes le rodean. Si nos inquieta algo de estas personas, lo mejor es decírselo e intentar llegar a una solución beneficiosa para las dos partes. Aprender a reconocer qué tipo de situaciones son las que les hacen sentirse incómodos puede resultarnos muy útil a la hora de ayudarlos a tranquilizarse frente a los estímulos estresantes.

Diagnóstico diferencial y comorbilidad

El solapamiento existente entre el trastorno de la personalidad por evitación y otros trastornos tanto del Eje I como del Eje II, tal y como aparecen en el DSM-IV-TR, puede llegar a ser considerable. Este es el caso del trastorno de la personalidad por evitación y la fobia social generalizada. No parece haber razones coherentes para diferenciar ambos trastornos (Caballo, 1995); incluso el DSM-IV-TR señala que el solapamiento puede ser tan grande que estos dos diagnósticos pudieran ser conceptos alternativos del mismo trastorno. Existen numerosos estudios que no encuentran diferencias sintomato-lógicas relevantes que permitan establecer el diagnóstico diferencial entre ambos diagnósticos (p. ej., Faravelli et al, 2000; Hudson y Rapee, 2000; Reich, 2000; Hofmann et al, 1995; Hope, Herbert y White 1995). Es probable que la psicopatología general en este ámbito varíe a lo largo de un continuo, desde la fobia circunscrita, la más leve, donde el sujeto tiene miedo a una o dos situaciones sociales, hasta el trastorno de la personalidad por evitación, el más grave, donde están implicadas la mayoría de las situaciones sociales y cuyo inicio se remonta temprano en el tiempo (Caballo, 1995).

La evitación también caracteriza al trastorno de la personalidad por evitación y al trastorno de pánico con agorafobia y a menudo tienen lugar al mismo tiempo. La evitación de este último trastorno empieza normalmente después del inicio de los ataques de pánico y puede variar en frecuencia e intensidad, mientras que la evitación en el trastorno de la personalidad por evitación suele tener un comienzo temprano, una ausencia de estímulos desencadenantes claro y un curso estable (APA, 2000).

Con respecto a los trastornos de personalidad del Eje II, señalar que hay un notable solapamiento con algunos trastornos. Así, tanto el trastorno de la personalidad por evitación como el trastorno de la personalidad por dependencia (TPD) se caracterizan por sentimientos de inadecuación, hiper-sensibilidad a la crítica y una necesidad de seguridad. La principal preocupación del afectado por trastorno de la personalidad por evitación es evitar el rechazo y la humillación, mientras que el TPD busca que le cuiden. Los dependientes responden a la crítica aumentando su sumisión y manifestando un deseo de mantener las relaciones como sea, mientras que los sujetos con evitación se apartan y se distancian de aquellos que expresan esas evaluaciones negativas. Sin embargo, es probable que ambos trastornos se den juntos con frecuencia. En relación a los trastornos esquizoide y esquizotípico de la personalidad, el sujeto con trastorno de la personalidad por evitación comparte la característica del aislamiento social. Pero mientras que los individuos con un trastorno de la personalidad por evitación desean tener relaciones sociales y sienten la soledad en su fuero más interno, los sujetos con un trastorno esquizoide son realmente indiferente a las cuestiones sociales y están emoción al mente embotados. Las personalidades esquizotípicas se diferencian de los sujetos con evitación por sus excentricidades obvias, como el habla confusa, las ideas de referencia, etc., básicamente los rasgos de la esquizofrenia sin la presencia de las ideas delirantes o las alucinaciones; los sujetos con evitación carecen de estas conductas extrañas y peculiaridades extremas, mostrando, por el contrario, una anticipación de la humillación. Las personalidades paranoides comparten muchas características con los sujetos con evitación, especialmente una sospecha y un temor hacia el ambiente. La soledad y el exceso de alerta del sujeto con evitación provienen de una intensa sensación de devaluación personal y baja autoestima. Por el contrario, las renuencias del paranoide provienen de un deseo de mantener la autonomía y de una expectativa de malicia y decepción hacia los demás (Millón y Escovar, 1996).

 

Manual de trastornos de la personalidad, descripción evaluación y tratamiento.

Autor: Vicente E. Caballo, doctor en psicología, catedrático de psicopatología en la Facultad de Psicología de la Universidad de Granada (España).